04 julio 2009


Lejos, muy lejos, en la profunda caverna de un país extraño, vivía un dragón cuyos ojos centelleaban como tizones
ardientes.
Las gentes del entorno estaban asustadas y todos esperaban que alguien fuera capaz de matarlo. Las madres temblaban
cuando oían hablar de él, y los niños lloraban en silencio por miedo a que el dragón les oyese.

Pero había un niño que no tenía miedo:
- Taró, ¿a quién debo invitar a la fiesta de tu cumpleaños?
- Mamá, quiero que invites al dragón.
- ¿Bromeas?, - dijo la madre.
- No, quiero que invites al dragón, - repitió el niño.
La madre movió la cabeza desolada. ¡Qué ideas tan extrañas tenía su niño! ¡No era posible!

Pero el día de su cumpleaños, Taró desapareció de casa. Caminó por los montes, atravesando torrentes y bosques, hasta
que llegó a la montaña donde vivía el dragón.
- ¡Señor dragón! ¡Señor dragón!, -gritó con voz vibrante.
- ¿Qué pasa? ¿Quién me llama?, - pensó el dragón, sacando la cabeza fuera de su enorme caverna.
- Hoy es mi cumpleaños y mi madre preparará un montón de dulces, -gritaba el niño-. He venido para invitarte.
El dragón no podía creerse lo que oía y miraba al niño gruñendo con voz cavernosa. Pero Taró no tenía miedo y continuaba
gritando:
- ¡Señor dragón! ¿Vienes a mi fiesta de cumpleaños?

Cuando el dragón entendió que el niño hablaba en serio, se conmovió y empezó a pensar:
- Todos me odian y me temen. Nadie me ha invitado nunca a una fiesta de cumpleaños. Nadie me quiere. ¡Qué bueno
es este niño!
Y mientras pensaba esto, las lágrimas comenzaron a descolgarse de sus ojos. Primero unas pocas, después tantas y tantas
que se convirtieron en un río que descendía por el valle.
- Ven, móntate en mi grupa - dijo el dragón sollozando- te llevaré a tu casa.
El niño vio salir al dragón de la madriguera. Era un reptil bonito, con sutiles escamas coloradas, sinuoso como una
serpiente, pero con patas muy robustas.

Taró montó sobre la espalda del feroz animal y el dragón comenzó a nadar en el río de sus lágrimas. Y mientras nadaba,
por una extraña magia, el cuerpo del animal cambio de forma y medida y el niño llegó felizmente a su casa, conduciendo una barca con adornos muy bonitos y forma de dragón.

Anónimo

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En un contexto creciente de urgencias prácticas, de conflictos sociales y catástrofes ecológicas, económicas y políticas, los distintos actores sociales toman posiciones que renuevan tensiones clásicas, a la vez que plantean problemas inéditos, frente a los cuales el despliegue de la razón instrumental, encarnada en el desarrollo acelerado de la ciencia y la tecnología resulta impotente.
"Da el primer paso con fé, no tienes que ver todas las escaleras, tan solo da el primer paso" Martin Luther King

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