Para empezar no diré que es el final...no tendré miedo de volver a los infiernos (como dice MClan). En verdad es el comienzo. Ahora bien no sé por dónde coger, parece que se me va de las manos. Miro lejos y me encuentro lejos. Casi no me da igual la gran mayoría de las cosas (tratándose de los movimientos). Puede incluso que me guste mucho eso de moverse. Al mismo tiempo no. ¡¡Qué va!! Me encanta. Claro que estar y moverse. Si si. Vamos a ver si cola. La expectativa suena. El brillo de lo posible fomenta la ilusión. La intensa cantidad de caminos provoca desasosiego. Caigo en cuenta que vivo así...porque así soy. Mirome otra vez más a mí mismo. Entiendo todo. Me dejo llevar (lejos). Pero luego vuelvo. Siento el mecanismo latente de toda la potencialidad de años y años y años. Un espacio no cubierto. Concomitantemente respiro la noción de alcanzar la cumbre de la montaña. Divago hasta las alturas, donde la nieve -poca- se mantiene. No me interesa lo que viene desde abajo. Pocas cosas se manifiestan abruptamente desde abajo. El volcán se duerme. Aunque latente. El desasosiego puede ser una potencia y como un mecanismo latente puede moverse. A lo mejor es un "trocito de mi verdad...la parte más viva". Eso. la parte más viva está ahí durmiente, una potencia. La ilusión de empezar. Será el comienzo. Y no hay manera de creer que lo que llevo guardado me da igual pues como la gran mayoría de las cosas -las que miro lejos- me encantan.
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