15 julio 2009

Pero ésta era sólo la actividad superficial. En realidad hacen mucho más, que escapa al ojo humano. Son depositarios de ciertos conocimientos intrínsecos a aquél pueblo. Yo ni idea de lo que comentaban. Luego no me aguanto y se lo pregunto: "Con todo mi respeto...¿qué cosa es?". Sin mucho que decir ni reprochar me constesta: "Ciudad de Italia. Los patavinos somos los que de ahí vienen". Bien. Lo valoro -doy por sentado que la tal ciudad se llama pues Patavina-. La razón principal de la charla nadie lo sabe. El señor este se encontraba sentado y fumando su pitillo. Nos hemos puestos nosotros al lado suyo. Él entonces empieza a hablar. De la nada, sin más. "Pues era el invierno del 69...". Eso sí, nos contestaba muy bien a nuestras preguntas. Al igual que muchos otros visitantes del pueblo todos los que allí nos deteníamos a tomar un agua, a descansar un rato; padecíamos tal cuadro insolito. Bueno, así pensé al principio. Pero luego caigo en su edad -la del señor que fuma-. Me informan que son 98 años. Vaya. Desde hace 40 que vive en este pueblo. Se vino de Patavina con 50. Pese a serenidad que aquí se percibe, su historia conmueve. "Creo que por eso se pone a hablar así", pienso inmediatamente. Otro señor que se colocaba delante del coche a vender refrescos se nos acerca y resalva: "¿quién desearía abandonar este pueblo? Mirad -y miramos-. La montaña justo ahí. Donde las águilas nos visitan muy a menudo, cuando les apetece bajar a este mundo cruel. El mar a tan sólo 200km -me pregunté como hacía para desplazarse pues no había coche, tampoco moto en el pueblo-. Allá vivimos con las sirenas. Un invierno relativamente riguroso y el verano pues eso.". La verdad es que la temperatura era muy agradable. A lo mejor el clima no era tan duro realmente. De todos modos me daba algo. Se hacía raro ciertas cosas. Incluso el mero hecho de no haber una tienda de alimentos considerable para abastecer a todos del pueblocito. "Hace décadas que no necesitamos", dice el señor de los refrescos. ¿Medios de comunicación? Ni hablar, os digo. Ni de coña. Nada. A lo largo de la costa se veía mucho verde. Algo tremendo. Impactante. El medioambiente de lujo. Eso comenzaba a gustarme. Paz, serenidad, buen clima -las 4 estaciones-, la montaña, el mar. Poca gente, mucha naturaleza. Con mi moto sí que vendría a vivir aquí. "No me importaría", comenté. "Serías otra especie en extinción", me tira Lucille a la cara. Bueno. En un mundo tan movido hoy por hoy a lo mejor estaría bien un cambio de estos. Vuelve Lucille a decirme algo: "Pues ahora sí que se te fue la olla. No cuentes conmigo tirano." Nos reímos. Me encanta reir con los amigos. Me encanta reirme con Lucille. Es una amiga "colorida". Solemos acostarnos los dos. Tenemos algun feeling. Aunque sólo coincidimos en las excepciones. Poco de lo general. Bueno, a lo mejor hay más de lo que me imagino, total nos acostamos. "Eso que tiene que ver", me dice ella. Me dió por conocer la región profundamente. A ella le asustó un poco la idea. Luego no le pareció tan mala. Pero cuando nos ponemos en marcha, dispuestos a quitar todo del coche y bucar sitio para montar la tienda de campaña, el "señor del pitillo" nos comunica muy enfáticamente:"Estad alerta,poneos de acuerdo con todo y nada de pequeños disturbios personales". Nos miramos. Sin entender mucho pero dando la razón al viejo consentimos con la cabeza. "No os ponéis a discutir. Tened serenidad y paciencia." Seguimos sin entender. "Por la noche todo se hace bonito y más salvaje", sigue diciéndonos. Hace 40 años que vivimos ahí. No hemos estado en otro lugar. "El señor que fumaba el pitillo" todavía vive. Es nuestro vecino. Yo entiendo de águilas. Suelo alzarme a volar lejos. Lucille es exímia nadadora. Todos le llamamos delfina . A todos viajeros que se acercan al pueblo les decimos que Patavina es la ciudad donde nos conocimos. Tenemos 3 hijos. Cada uno de ellos un carácter fuerte, pero todos serenos. Ursula, Cuniculus y Cervus. Así se llaman, así son en verdad. Por la noche todo es más bonito, más salvaje. Nos hacemos con nuestros reales sentimientos, nos volvemos integralmente nosotros mismos. Nada se hacía raro en realidad. Era un autorretrato de lo que éramos sin saberlo. Hoy lo sabíamos. Por la noche más bonito.


Treasure Hunter

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En un contexto creciente de urgencias prácticas, de conflictos sociales y catástrofes ecológicas, económicas y políticas, los distintos actores sociales toman posiciones que renuevan tensiones clásicas, a la vez que plantean problemas inéditos, frente a los cuales el despliegue de la razón instrumental, encarnada en el desarrollo acelerado de la ciencia y la tecnología resulta impotente.
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