12 abril 2009

Kandinsky, más allá de la abstracción

Europa Press

La mayor retrospectiva sobre Kandinsky en 25 años se apeará este miércoles en el Centro Pompidou para convertirse en una de las grandes atracciones artísticas de la primavera parisiense, tras haber animado el invierno muniqués y antes de tomar, a partir de septiembre, el Guggenheim de Nueva York.

Además de mostrar esta reunión excepcional de obras de todas las etapas pictóricas del genial precursor del arte abstracto, nacido en Moscú, en 1866, y fallecido en Neuilly-sur-Seine, al norte de París, en 1944, la escala parisina constituye un lejano y precioso eco a la gran retrospectiva organizada, también en el Pompidou, en 1984.

Al igual que en Kandinsky. Absolut. Abstrakt (Kandinsky. Absoluto. Abstracto), título de la muestra en la Lenbachhaus de Múnich, la exhibición parisiense, bautizada, simplemente, Kandinsky, reunirá del 8 de abril al 10 de agosto próximos, con el mismo carácter excepcional, un centenar de obras de gran formato creadas entre 1907 y 1942.

Proceden muchas de ellas de los tres museos participantes, que son también los propietarios de las más ricas colecciones públicas del mundo sobre el artista ruso.

Otras fueron prestadas por museos y colecciones particulares de ciudades como Moscú, San Petersburgo, Washington, Basilea, Düsseldorf y Sttutgart.

En el Centro Pompidou la exhibición sigue un recorrido cronológico que abarca los grandes períodos de la vida creativa de Kandinsky, íntimo reflejo del compromiso ideológico que mantuvo con su época.

Comienza con los años de su formación en Múnich y sus viajes por Europa, entre 1896 y 1907, año que repartió entre París y Sèvres, y en el que pintó La Vie mélangée.

Influencias germanas
Sigue por el rico y provocador período muniqués, de 1908 a 1914, momento de sus célebres Improvisaciones, cuando rodeado de una colonia de artistas internacionales formaron el grupo El jinete azul.

Obligado por la I Guerra Mundial e implicado artísticamente en los primeros años de la revolución soviética, surgió su período moscovita, en el que pintó poco, pero afrontó responsabilidades diversas en estructuras de educativas y administrativas, hasta que en 1921 viajó a Berlín con el encargo oficial de restablecer las relaciones artísticas con Alemania.

La instalación en Weimar, en 1922, para enseñar en la Escuela Bauhaus, donde encontró a un viejo amigo del Múnich de la pre-guerra, Paul Klee; el traslado de la Bauhaus a Dessau, en 1925, tras las agresiones del partido nacional-socialista, y luego a Berlín, en 1933, donde los nazis exigieron que dejase de ser profesor en la escuela, constituyen su penúltima etapa artística.

Una fase de múltiples avatares que no le impidieron crear algunas de sus más grandes obras maestras, Composition VIII (1923), Quelques cercles (1926) o Développement en brun (1933).

Los diez últimos años de su vida, que en 1939 le dieron a él y su esposa, Nina, la nacionalidad francesa, transcurrieron entre París y su barriada chic de Neuilly, mientras intentaba integrar en su personalísimo vocabulario pictórico formas "biomórficas", destacaron en el centro Pompidou.

Allí donde produjo obras como Courbe dominante (1936) y Accord réciproque (1942), tela, ésta última, que pone punto final a la exhibición.

En la exposición de París una escenografía de fondo blanco, contraria a toda acumulación, intenta favorece al máximo la contemplación de cada pieza y revelar la contribución de Kandinsky al arte moderno, así como la enorme coherencia de su trayectoria artística e ideológica.

La muestra se completa con una selección de piezas llegadas recientemente al Fondo Kandinsky del Centro Pompidou, divididas en tres salas, dos de ellas para mostrar acuarelas creadas entre 1914 y 1917, y manuscritos de ese mismo período "ruso".

Una tercera sala presenta el Portfolio (cartera) de la Bauhaus, creado con ocasión de su 60 aniversario, en 1926. Morcheeba - Riverbed

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En un contexto creciente de urgencias prácticas, de conflictos sociales y catástrofes ecológicas, económicas y políticas, los distintos actores sociales toman posiciones que renuevan tensiones clásicas, a la vez que plantean problemas inéditos, frente a los cuales el despliegue de la razón instrumental, encarnada en el desarrollo acelerado de la ciencia y la tecnología resulta impotente.
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